El trabajo de Millar en U.K. (Reino Unido) llamó la atención de DC y en 1994 comenzó a escribir como otros grandes la serie Swamp Thing, introduciéndose en el mercado estadounidense. Los primeros cuatro números de Millar fueron co-escritos junto con Grant Morrison, gran amigo suyo con cuyo enfoque sobre el comic coincide en buena parte, pero fue Millar quien se asentó en el título y consiguió un gran éxito de crítica. Durante los años siguientes, Millar compaginó su trabajo en 2000 AD con sus guiones para DC, escribiendo incluso títulos de Superman, aunque a los largo de la década los 90 fue desplazando paulatinamente su esfuerzo hacia EE. UU. En DC realizó un trabajo notable en títulos como The Flash, también co-escrito con Morrison, o diversos spin-off de la Justice League, a la par que escribía en otras series como Vampirella, de Harris Comics, o Skrull Kill Krew, de Marvel . El éxito le llega a Millar en el 2000, al suceder a Warren Ellis como guionista de la serie The Authority de Wildstorm (subdivisión de DC), donde jugó sus mejores bazas y ganó una notable reputación. La exitosa serie creada por Ellis se basaba en la premisa de situar a los superhéroes dentro del mundo contemporáneo real, rodeados de conflictos internacionales y política. Manteniendo los aspectos más notorios de la colección, Millar y el dibujante Frank Quitely añadieron un estilo más polémico a las historias al tiempo que aumentaron el nivel de violencia gráfica. Los 12 números que guiono Millar tuvieron una edición accidentada, también con el asunto de tener cierta censura, cosa que lo llevo a tener problemas con la editorial. Aún escribiría para DC Superman: Red Son, otra de sus pequeñas joyas, pero abandonaría definitivamente la editorial en 2002.
Como se menciono a la etapa Ellis/Hitch de The Authority le siguió una dirigida por Mark Millar y Frank Quitely (que es precisamente la que tenemos entre manos) , quienes mantuvieron la narrativa panorámica y la violencia de sus predecesores y añadieron una actitud irreverente, y según el caso, revolucionaria a sus personajes, que combatían la injusticia social y, en caso necesario el status quo, sin importarles cruzar la línea para conseguir su objetivo: un mundo mejor. Aunque no se trataba de un análisis profundo o realista del papel de los superhéroes en la sociedad, consiguió el máximo de popularidad en los Estados Unidos pero también fue polémica desde el inicio.